Caso N# 1
El fantasma del cementerio Jardin
La siguiente historia es relatada por dos personas que mantendremos el
anonimato de las personas que contaron esta historia, trataremos en lo
posible de no mencionar nombres.
En la paz existen muchas historias y muchas leyendas, asi como en el mundo existen tipos de leyendas similares, esta esta basada en una historia que nos cuenta una señora.
"No pasaban las doce de la noche, cuando con mi marido volviamos de una cena muy importante con unos embajadores, la reunion quedeba en la zona de sopocachi, asi que decidimos tomar un atajo por kantutani, al llegar por el cementerio jardin, a lo lejos, vimos una señora vestida de negro, elgante pero se notaba que la señora tenia frio, ya que estabamos en pleno invierno, y la gente normalmente usa abrigos, era ya un poco mas de las doce de la noche cuando le dije a mi esposo que parara el coche y llevaramos a la señora, nos acercabamos mas a la señora, y la señora nos miro, ella no tenia mirada, sus ojos eran totalmente blancos, y el ambiente se puso frio, mi esposo, comenzo a tener taquicardia por lo que habia visto, paramos el coche y vimos como lentamente la señora que no tenia pies, traspasaba la reja del cementerio jardin y nade se interponia a su paso"
Hasta ahora son miles las historias y relatos que se puesden escuchar acerca de este cementerio,
esta es una de las mas famosas historias que se pueden escuchar, para una averiguacion mas profunda de este hecho fuimos a investigar y uno de los guardias asegura que el espiritu de esta señora ronda, normalmente a horas altas de la noche, para hacer parar coches, y solamente tiene una intencion, ella espera a sus hijos, la historia relata que esta mujer no tuvo a nadie en su velorio ni menos en su entierro por el hecho de que ella era malvada, pero si tuvo hijos y sus hijos nunca fueron a visitar su tumba.
En la paz existen muchas historias y muchas leyendas, asi como en el mundo existen tipos de leyendas similares, esta esta basada en una historia que nos cuenta una señora.
"No pasaban las doce de la noche, cuando con mi marido volviamos de una cena muy importante con unos embajadores, la reunion quedeba en la zona de sopocachi, asi que decidimos tomar un atajo por kantutani, al llegar por el cementerio jardin, a lo lejos, vimos una señora vestida de negro, elgante pero se notaba que la señora tenia frio, ya que estabamos en pleno invierno, y la gente normalmente usa abrigos, era ya un poco mas de las doce de la noche cuando le dije a mi esposo que parara el coche y llevaramos a la señora, nos acercabamos mas a la señora, y la señora nos miro, ella no tenia mirada, sus ojos eran totalmente blancos, y el ambiente se puso frio, mi esposo, comenzo a tener taquicardia por lo que habia visto, paramos el coche y vimos como lentamente la señora que no tenia pies, traspasaba la reja del cementerio jardin y nade se interponia a su paso"
Hasta ahora son miles las historias y relatos que se puesden escuchar acerca de este cementerio,
esta es una de las mas famosas historias que se pueden escuchar, para una averiguacion mas profunda de este hecho fuimos a investigar y uno de los guardias asegura que el espiritu de esta señora ronda, normalmente a horas altas de la noche, para hacer parar coches, y solamente tiene una intencion, ella espera a sus hijos, la historia relata que esta mujer no tuvo a nadie en su velorio ni menos en su entierro por el hecho de que ella era malvada, pero si tuvo hijos y sus hijos nunca fueron a visitar su tumba.
Caso N#2
Este
relato me lo encontré en una página española, habla del hospital de
clínicas de la ciudad de La Paz y los “visitantes” que tienen en las
noches… Espíritus y fantasmas componen este relato. Espero les guste!!!!
Y si tienen relatos de terror o alguna experiencia que les haya
ocurrido, compártanla con todos nosotros…Aquí va el relato…
"La
proximidad del Hospital del Tórax a la morgue es su avatar y su sello.
Irrelevante para la mayoría del personal de los turnos de la tarde y la
mañana, pero no para quienes trabajan en horas nocturnas, especialmente
enfermeras.
Una de ellas, Wilma Huañapaco, encargada de la sala de Terapia Intensiva en el primer piso del edificio, jamás olvidará lo sucedido el sábado 4 de agosto.
Cinco minutos antes de las dos de la mañana de ese día, Huañapaco transcribía, como cada noche, el reporte del estado de los pacientes, cuya situación delicada no consiente equivocación alguna.
Enseguida, una pesadez repentina invadió el ambiente y el cuerpo de la enfermera quedó paralizado. Ni brazos ni piernas, ni siquiera sus párpados respondían. La desesperación la llevó a realizar un esfuerzo mayor hasta poder voltearse. En ese momento vio a un hombre alto, contorneado por un aura de un verde oliváceo y sin cabeza. Aunque la figura desapareció en el instante, la sensación de inmovilidad permaneció por algunos segundos más.
“Lo único que sabía era que estaba despierta”, relataría más tarde a sus compañeras, algunas aún incrédulas ante la experiencia de Huañapaco, para quien las apariciones son, después de todo, normales, ya que dice tener contacto con este tipo de fenómenos desde niña.
Pero esta enfermera no es la única que ve apariciones en el Hospital del Tórax, ni esta forma decapitada la primera vez que se presenta.
De hecho, por los pasillos aún se cuenta la historia de un hombre que cada noche pasea por los jardines próximos al hospital rumbo a la morgue. Aunque algunos lo han bautizado con el nombre del Jinete sin Cabeza, no tiene ninguna relación con el relato de Washington Irving.
Tan fuerte es la presencia de este hombre sin rostro, como la de una madre cargada de su niño que ha puesto los pelos de punta a más de una enfermera en la sección conocida como Pensionados, en el segundo piso del hospital, que es donde están internados los pacientes pudientes y donde hasta hace algunos años se trasladaba a las personas en estado delicado.
“Aparece en completo silencio, visita algunas salas, se detiene frente a alguna persona en particular, la observa y luego desaparece”, es el relato coincidente de quienes han vivido en carne propia la presencia de la llamada Mamá de los Pensionados.
A unos pasos del Tórax está el Hospital de Clínicas, también conocido como General, el más antiguo del complejo de Miraflores y también de la ciudad de La Paz.
Por sus largos pasillos pasaron miles de personas, entre médicos, enfermeras y pacientes, algunos de cuyos espíritus se niegan a dejar el lugar. De esto da constancia don Eloy Ticona, portero del nosocomio y quien cada noche, durante 25 años, recorre de punta a punta la vieja estructura.
Una noche de un año que don Eloy no recuerda, la figura de una mujer de talla alta y porte fino apareció en el jardín. “¿Doña Mercedes?”, preguntó don Eloy esperando encontrar una respuesta de la delgada dama a quien confundió con una enfermera que trabajaba en ese entonces.
En ese instante, la misteriosa mujer salió del jardín, tomó el pasillo y se alejó a paso lento en dirección hacia una sala donde descansaban algunos pacientes. El animoso portero la siguió e ingresó a la habitación casi por detrás de la mujer, pero no encontró nada, lo que fue corroborado por un paciente que estaba despierto y no vio ingresar a nadie.
Desde entonces, muchas de estas apariciones han inquietado las noches de don Eloy, quien, sin embargo, ha dejado de lado su miedo para dar paso a la curiosidad. Son innumerables las oportunidades en que la dama de negro ha reaparecido y algunos ya la conocen como la Viuda del General.
Los funcionarios más antiguos de éstos y otros hospitales aseguran que estas apariciones son ánimas de personas que murieron dejando algo pendiente.
Tal el caso de la figura de una enfermera de capa azul que ha hecho de las rampas del Hospital del Niño su lugar preferido de paseo nocturno.
Quienes la han visto aseguran que es el espíritu de una antigua funcionaria del nosocomio, a la que su aprecio y dedicación por los niños aún la mantiene junto a ellos. Al respecto, algunos personeros aseguran que los infantes tampoco han olvidado a su enfermera preferida.
Una de estas personas es la actual jefa del servicio de Neonatología, Teresa Aguilar, quien en sus 20 años de trabajo en este nosocomio jamás había vivido una experiencia como la de hace cuatro años.
Fue una noche en la que el paseo rutinario de visita por las salas fue interrumpido por unas escurridizas risas de niños un piso más arriba. Creyendo que un grupo de sus pequeños pacientes había decidido iniciar una ronda de juegos en plena oscuridad, subió en silencio intentado sorprenderlos.
Mientras más se acercaba más fuertes eran las risas. Sin pensarlo dos veces y a dos gradas del piso indicado espetó un grito, pero no había nadie.
Un frío intenso le estremeció de los pies a la cabeza y la sensación de inmovilidad se apoderó de su cuerpo por algunos segundos. “Estoy loca”, se dijo a sí misma como convenciéndose de no haber escuchado las multitudinarias voces. La incertidumbre terminó al día siguiente cuando la portera le pidió, en tono de reclamo, que controle a sus niños porque habían reído toda la noche.
Aunque no son muchas las personas que hoy en día dicen oír voces y risas de niños en el hospital, los funcionarios aseguran que sus pequeños visitantes rondan todo el día por las salas.
La encargada de Farmacia del turno de la tarde no se explica por qué algunas de las cajas de los medicamentos aparecen desordenadas siempre que deja el lugar por algún tiempo."
Una de ellas, Wilma Huañapaco, encargada de la sala de Terapia Intensiva en el primer piso del edificio, jamás olvidará lo sucedido el sábado 4 de agosto.
Cinco minutos antes de las dos de la mañana de ese día, Huañapaco transcribía, como cada noche, el reporte del estado de los pacientes, cuya situación delicada no consiente equivocación alguna.
Enseguida, una pesadez repentina invadió el ambiente y el cuerpo de la enfermera quedó paralizado. Ni brazos ni piernas, ni siquiera sus párpados respondían. La desesperación la llevó a realizar un esfuerzo mayor hasta poder voltearse. En ese momento vio a un hombre alto, contorneado por un aura de un verde oliváceo y sin cabeza. Aunque la figura desapareció en el instante, la sensación de inmovilidad permaneció por algunos segundos más.
“Lo único que sabía era que estaba despierta”, relataría más tarde a sus compañeras, algunas aún incrédulas ante la experiencia de Huañapaco, para quien las apariciones son, después de todo, normales, ya que dice tener contacto con este tipo de fenómenos desde niña.
Pero esta enfermera no es la única que ve apariciones en el Hospital del Tórax, ni esta forma decapitada la primera vez que se presenta.
De hecho, por los pasillos aún se cuenta la historia de un hombre que cada noche pasea por los jardines próximos al hospital rumbo a la morgue. Aunque algunos lo han bautizado con el nombre del Jinete sin Cabeza, no tiene ninguna relación con el relato de Washington Irving.
Tan fuerte es la presencia de este hombre sin rostro, como la de una madre cargada de su niño que ha puesto los pelos de punta a más de una enfermera en la sección conocida como Pensionados, en el segundo piso del hospital, que es donde están internados los pacientes pudientes y donde hasta hace algunos años se trasladaba a las personas en estado delicado.
“Aparece en completo silencio, visita algunas salas, se detiene frente a alguna persona en particular, la observa y luego desaparece”, es el relato coincidente de quienes han vivido en carne propia la presencia de la llamada Mamá de los Pensionados.
A unos pasos del Tórax está el Hospital de Clínicas, también conocido como General, el más antiguo del complejo de Miraflores y también de la ciudad de La Paz.
Por sus largos pasillos pasaron miles de personas, entre médicos, enfermeras y pacientes, algunos de cuyos espíritus se niegan a dejar el lugar. De esto da constancia don Eloy Ticona, portero del nosocomio y quien cada noche, durante 25 años, recorre de punta a punta la vieja estructura.
Una noche de un año que don Eloy no recuerda, la figura de una mujer de talla alta y porte fino apareció en el jardín. “¿Doña Mercedes?”, preguntó don Eloy esperando encontrar una respuesta de la delgada dama a quien confundió con una enfermera que trabajaba en ese entonces.
En ese instante, la misteriosa mujer salió del jardín, tomó el pasillo y se alejó a paso lento en dirección hacia una sala donde descansaban algunos pacientes. El animoso portero la siguió e ingresó a la habitación casi por detrás de la mujer, pero no encontró nada, lo que fue corroborado por un paciente que estaba despierto y no vio ingresar a nadie.
Desde entonces, muchas de estas apariciones han inquietado las noches de don Eloy, quien, sin embargo, ha dejado de lado su miedo para dar paso a la curiosidad. Son innumerables las oportunidades en que la dama de negro ha reaparecido y algunos ya la conocen como la Viuda del General.
Los funcionarios más antiguos de éstos y otros hospitales aseguran que estas apariciones son ánimas de personas que murieron dejando algo pendiente.
Tal el caso de la figura de una enfermera de capa azul que ha hecho de las rampas del Hospital del Niño su lugar preferido de paseo nocturno.
Quienes la han visto aseguran que es el espíritu de una antigua funcionaria del nosocomio, a la que su aprecio y dedicación por los niños aún la mantiene junto a ellos. Al respecto, algunos personeros aseguran que los infantes tampoco han olvidado a su enfermera preferida.
Una de estas personas es la actual jefa del servicio de Neonatología, Teresa Aguilar, quien en sus 20 años de trabajo en este nosocomio jamás había vivido una experiencia como la de hace cuatro años.
Fue una noche en la que el paseo rutinario de visita por las salas fue interrumpido por unas escurridizas risas de niños un piso más arriba. Creyendo que un grupo de sus pequeños pacientes había decidido iniciar una ronda de juegos en plena oscuridad, subió en silencio intentado sorprenderlos.
Mientras más se acercaba más fuertes eran las risas. Sin pensarlo dos veces y a dos gradas del piso indicado espetó un grito, pero no había nadie.
Un frío intenso le estremeció de los pies a la cabeza y la sensación de inmovilidad se apoderó de su cuerpo por algunos segundos. “Estoy loca”, se dijo a sí misma como convenciéndose de no haber escuchado las multitudinarias voces. La incertidumbre terminó al día siguiente cuando la portera le pidió, en tono de reclamo, que controle a sus niños porque habían reído toda la noche.
Aunque no son muchas las personas que hoy en día dicen oír voces y risas de niños en el hospital, los funcionarios aseguran que sus pequeños visitantes rondan todo el día por las salas.
La encargada de Farmacia del turno de la tarde no se explica por qué algunas de las cajas de los medicamentos aparecen desordenadas siempre que deja el lugar por algún tiempo."
Caso N#3
La Jaén atesora mitos y leyendas coloniales
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LA CALLE JAÉN UN TESORO DE LA PAZ.
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Historias acerca de duendes, fantasmas y apariciones hacen de esta calle un lugar sin igual.
La colonial calle Jaén es conocida como “La calle de los duendes” o “La calle de los fantasmas”, por las muchas tradiciones que de ella se desprenden y por las miles de leyendas que se desarrollaron alrededor de su historia.Es la única calle que se conserva prácticamente igual desde la Colonia. En sus aproximadamente cien metros, alberga casas que, alguna vez, fueron habitadas por insignes paceños, entre ellos, don Pedro Domingo Murillo, protomártir de la Independencia que murió colgado por haber instaurado, junto con otros valientes, el primer gobierno criollo autónomo de la América hispana.
DON PEDRO DOMINGO MURILLO
Un joven no identificado relató una historia sobre algo que le sucedió en la calle de los fantasmas. “Yo estaba bajando por la Jaén, luego de dejarla a mi negrita en su casa, cuando vi acercarse a un tipo vestido bien chistoso, pensé que era alguien que se estaba recogiendo de una fiesta de disfraces. Como no tenía fuego para encender mi pucho, cuando ya estaba a mi lado le pregunté si él tenía fósforos.
‘No tengo’, me ha dicho. Entonces, medio que se ha enojado y ha empezado a ‘putearme’ por mi forma de hablar, ‘es una barbaridad como hablan los jóvenes’, ‘deberías lavarte la boca con alcohol’, ‘qué tipo de padres te habrán criado’, y así un montón de ‘pajas’ más que me hicieron avergonzar un ratito, pero tanto me ha reñido, que yo también me he emputado y le he contestado: ‘Y vos, qué te crees, quién eres para sermonearme, mejor ándate nomás, sino vas a tener que recoger tus dientes con cucharilla y tu disfraz de torero va a quedar llenito de sangre’. El tipo se puso colorado de rabia y se vino contra mí, pero yo me adelanté y le lancé un puñetazo.
Ahí fue cuando me di cuenta que el tipo era un gasparín, porque mi puñete atravesó su cara y el que me dio él atravesó la mía. ‘No tengas miedo, levantate’, me ha dicho, ‘ya viste que no te puedo hacer ningún daño’. Yo le hice caso y así empezamos a charlar. Me dijo quién era, qué es lo que había hecho por la patria, cómo lo habían ahorcado, y todas esas cosas. Me dijo que estaba de mal humor, que siempre se pone así cuando pasa por la Plaza Murillo y ve su estatua, porque dice que en realidad no es la suya”.
BIENVENIDA
Doña Rosita Ríos, reconocida actriz paceña que tiene una tienda de barrio desde hace nueve años, en conversación con EL DIARIO comentó que ella fue muy bien recibida por los fantasmas de la calle. “Yo vivo aquí hace nueve años acá y los del Marca Tambo (Peña Folklórica) me preguntaron qué negocio iba a poner , yo les dije que pensaba poner un café, entonces me dijeron que mejor me ponga una tienda. Cuando mi negocio estaba más o menos lleno, salí cerca de la media noche y bajaba gente muy elegante, bajaban señoras con sus abrigos muy caros y los caballeros vestidos elegantemente. Entré a mi tienda y encendí un cigarrillo en mi mostrador y muy pensativa le digo a mi hija esta noche vamos a tener venta porque esta bajando mucha gente, pensando que estaban bajando a la peña. Termino de fumar el cigarro, vuelvo a salir y no había nadie. Al día siguiente la señora que vivía en la casa que colinda con el Museo de Murillo me dijo, anoche no he dormido nada, hicieron mucha bulla y entonces le dije ¿ había mucha gente por aquí, ha habido fiesta en su casa?, ella me respondió “en la casa del Pedro había toda la noche aplausos, discursos, hasta que he tenido que golpear con mi zapato, y si has visto a la gente son los espíritus que te están dando la bienvenida”.
RUIDOS POR LA NOCHE
Relató que en esta calle antiguamente cruzaba una carroza de fuego de esquina a esquina, por eso pusieron una cruz verde y desde entonces ya no se ve el espectro.
Muy buenos cuentos
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